“Richard”
Reinhard Klitzing, Técnico de Mantenimiento
Alarmantes artículos y noticias en los medios, comentarios
de conocidos sobre el peligro del contenido de mercurio en los tubos
fluorescentes, tubos fluorescentes compactos y “lámparas de bajo consumo” y que
prefieren seguir usando las bombillas convencionales me hacen indagar un poco
sobre el peligro real que supone.
Los tubos fluorescentes y sus versiones compactas contienen
mercurio, elemento empleado para generar en descarga eléctrica ante todo luz
ultravioleta que se transforma en luz blanca visible mediante material
fluorescente y fosforescente. Los contenidos de Mercurio (Hg) están limitados
por la legislación, dependiendo del tipo de lámpara y oscilan entre unos 1 y 15
mg, siendo limitados actualmente a 2,5 mg en lámparas compactas de menos de 30W y a 5 mg en tubos lineales de
uso común y doméstico. Las lámparas de mercurio a alta presión desaparecerán en
2015. Los datos exactos y su calendario se pueden consultar en Diario Oficial de la Unión Europea, L
251/28 (1)
La tendencia del contenido de mercurio va a la baja,
llegando en algunos modelos a 1mg o menos conforme avanza el desarrollo
tecnológico.
Para poder calcular el impacto real del mercurio contenido
en estas lámparas y facilitar la comparación con la exposición diaria a este
elemento necesitamos repasar algunos conceptos y datos relacionados con el:
Ciclo de mercurio
El mercurio existe en la naturaleza en una proporción
estimada de unos 0,08 ppm del manto terrestre, unos 0,08 mg/kg, ante todo en
forma de sulfuro de mercurio (HgS, Cinabrio). En ocasiones se da en forma
nativa y raramente como óxido o asociado a otros metales como plata o cobre. Es
un metal líquido a temperatura ambiente y presión normal (punto congelación
-39ºC, ebullición 357ºC) con una presión de vapor relativamente alta evaporando
lentamente a temperatura ambiente. Es altamente tóxico, tanto en forma
metálica, como en sus compuestos orgánicos e inorgánicos. En forma metálica es
absorbido por el organismo por inhalación, y en mucho menor medida por contacto
y menos por ingestión. Su forma más peligrosa se presenta en compuestos
orgánicos, siendo el metil-mercurio el más importante, que sí presentan muy
alta toxicidad por la vía de ingestión.
El mercurio es liberado al aire y en consecuencia al agua de
forma natural por actividad volcánica, por erosión de los suelos y por
incendios forestales. Este mercurio, por condensación, precipitación y
sedimentación vuelve a formar parte del manto para continuar con el ciclo.
Con ayuda de microorganismos y en presencia de agua, el
mercurio se transforma en metil-mercurio (CH3Hg) que entra en la cadena
trófica. Tiene la característica de acumularse en el organismo (bioacumulación)
por tardar más tiempo en ser eliminado que de ser repuesto por alimentación y
de aumentar su concentración a medida que avance la cadena trófica
(biomagnificación). Este fenómeno se observa ante todo en peces cuyos
representantes de la cabeza de la cadena trófica, muy voraces, tienen bastante
altos índices de mercurio en su organismo, hasta más de 1 mg/kg (atún, pez
espada, lucio, tiburones).
La emisión antropogénica de mercurio, en forma metálica,
metil-mercurio y otros, se origina ante todo por anticuados métodos de
extracción de metales nobles, incendios forestales para ganar terreno para
cultivo y otros fines, emisiones de centrales térmicas de carbón, biomasa y
fuel, incineración de residuos domésticos, industriales y otros y por la
industria cloro-alcalina.
Es difícil establecer un porcentaje en la relación de la
parte antropogénica y la no antropogénica de las emisiones al entorno, algunos
expertos e instituciones la estiman en 40/60, otros en 60/40%. Sin duda el
hombre contribuye en gran medida en estas emisiones. Según estimaciones de la
UNEP, división de protección del Medio Ambiente de Naciones Unidas, somos
responsables del aumento de mercurio en la capa superior (100m) de los océanos
de un 100% en los últimos 100 años. Sin embargo, conociendo la elevada
toxicidad del mercurio desde hace más de 100 años, los esfuerzos de evitar o
reducir su vertido han ido en aumento desde hace tiempo. La Estrategia
comunitaria sobre el mercurio (2)
para reducir uso y emisiones de mercurio es un ejemplo, seguido del Reglamento
(CE) nº 1102/2008(3) del Parlamento Europeo y del Consejo,
de 22 de octubre de 2008, relativo a la prohibición de la exportación de
mercurio metálico y ciertos compuestos y mezclas de mercurio y al
almacenamiento seguro de mercurio metálico (4) y la prevista Diplomatic
Conference for the Minamata Convention on Mercury (5) para octubre
de este año, que pretende establecer un calendario para la progresiva reducción
de extracción de mercurio y limitación de su uso para la obtención
exclusivamente por reciclado en 15 años, son algunos ejemplos.
Emisiones de mercurio por centrales eléctricas (Térmicas
de carbón)
Las centrales
eléctricas térmicas suponen una de las o la más importante fuente de emisión de
mercurio en muchos países. En el conjunto de Europa suponen el 53,6% con
16.278kg del total, en España 40,8% y 871kg y Alemania 69,6% y 4.908kg, datos
de 2011 del European Pollutant Release and Transfer Register (6).
España, con una
producción de energía eléctrica de 283 GWh (2012) y emisión de 871 kg de
mercurio (incineración de residuos también genera electricidad) emite unos
0,003 mg de mercurio por kWh producido. En Alemania, con mayor dependencia del
carbón en la producción energética, este valor se eleva a 0,008 mg/kWh Hg.
En EEUU, donde el
50% de la producción de energía eléctrica proviene de centrales de carbón, la
emisión de Hg se sitúa en 0,0115 mg/kWh del total producido (7).
No hay que olvidar
que también las centrales térmicas a base de incineración de residuos y de
biomasa emiten Hg al Entorno, así como, en menor medida, las a base de
fuel-oil.
Exposición al mercurio
Como hemos comentado
en la introducción estamos expuestos al mercurio de forma natural, en la vida
cotidiana normalmente a través de la alimentación al muy tóxico metil-mercurio
y dimetil-mercurio y solo en menor grado al mercurio metálico por contaminación
o accidente (rotura de termómetro por ejemplo), y cada vez menos a distintos
compuestos por especialidades farmacéuticas ya prohibidas y sustituidas en la
mayor parte del mundo.
En la vida laboral
podemos estar expuestos a diferentes formas y compuestos en diversos procesos
industriales, mineros etc.
En el apartado de la
alimentación el pescado y los mariscos se llevan la casi exclusividad de la
contaminación por Hg, siendo los peces más longevos y más depredadores los
candidatos con mayor contenido. Atún, pez espada y tiburones pueden superar
fácilmente los límites permitidos por las autoridades y organizaciones
nacionales e internacionales responsables de su vigilancia para el comercio.
En el Reglamento
78/2005, la comunidad Europea fija los valores máximos permitidos de
metil-mercurio en el pescado comercializado en 0,5 mg/kg, 1 mg/kg para especies
determinadas, entre otros los antes mencionados (8).
La OMS y la mayor
parte de las organizaciones nacionales e internacionales fijan la ISTP (Ingesta
Semanal Tolerable Provisional) de metil-mercurio a 1,6ug = 0,0016 mg por kg de
peso corporal, teniendo ya en cuenta la mayor vulnerabilidad de los niños y los
fetos en el caso de mujeres embarazadas (9).
En el ámbito laboral
los Valores Límites Ambientales (VLA) se fijan en la Unión Europea en 0,02
mg/m3 aire. Este valor es de larga exposición tomando como base la jornada laboral
de 8h, 5 días semanales (10)
El mercurio en las
lámparas
El mercurio contenido en una CFL (Compact Fluorescent Lamp)
no se libera al entorno durante su funcionamiento, únicamente en caso de
rotura. Hay que distinguir entre rotura en caliente (lámpara funcionando) y
rotura en frío.
En el caso de rotura en caliente gran parte del mercurio
contenido en ella está en estado gaseoso que se escaparía al entorno, pero al
aumentar bruscamente la presión interior, recordemos que funcionan a presión
inferior a la atmosférica, una parte se condensa quedando atrapado en forma de
diminutas gotas en casquillo y polvos fluorescentes. La cantidad exacta es
difícil de cuantificar.
La rotura que más habitualmente ocurre es en frío, ya sea
durante el transporte, almacenamiento, reposición o caída accidental. En este
caso la mayor parte del mercurio se halla en estado líquido en forma de
diminutas gotas en el recubrimiento fluorescente y l casquillo o, en algunos
modelos en determinados puntos o ampollas adosadas, “punto frío”, para
facilitar el reciclado del mercurio después de acabar la vida útil de la
lámpara.
Para los cálculos siguientes usaremos el modelo OSRAM DULUX
PRO MINI TWIST 23 W/825 E27 (¡NO cobro comisión!... aún) del que disponemos de
los datos técnicos (11).
Sustituye directamente una lámpara convencional
incandescente de 100W, contiene 1,7 mg de mercurio y tiene una vida útil de
8.000h
La habitación donde se realiza la rotura del ejemplo tiene 4
x 4 m, 20 m2 y 2,5 m de altura, en total 50 m3. Suponemos una rotura en
caliente, la más desfavorable, y nos ponemos en el peor caso, escape del 100%
del mercurio. Con nuestro modelo de ejemplo estaríamos expuesto a una
concentración de 1,7mg/50m3 = 0,034mg/m3, un 70% por encima del Valor Límite
Ambiental (VLA). Pero esta exposición sería de corta duración, ya que la
concentración bajaría en poco tiempo, cuestión de minutos, al ventilar la
estancia, algo que se debe hacer siempre en caso de un accidente de esta
índole, y, como hemos visto en el apartado anterior, los VLA se refieren a
exposición continuada. Asimilar los 1,7mg por vía respiratoria en caso de no
ventilar nos costaría más de 4 días a razón de 8 litros de aire por minuto,
cálculo no del todo correcto ya que en cada ciclo de respiración disminuiría la
concentración de Hg. En mucho menos tiempo seríamos capaces de jamar1,7 kg de
filetes de atún y pez espada con algunos tacos de cazón adobado con el
contenido de metil-mercurio al límite y nada excepcional. Por otro lado, el
mercurio liberado no se mantendría en forma de vapor, sino precipitaría, para
luego, al bajar la concentración, evaporarse lentamente.
El cálculo ha sido extremo, ya que no se liberaría la
totalidad de Hg, quedando gran parte retenida en los restos de la lámpara en
forma de líquido mucho menos nocivo.
En todo caso se debe ventilar la estancia y salir de ella durante
unos minutos y al volver recoger con cuidado los restos de la lámpara
accidentada depositándolos en un frasco con cierre hermético para su posterior
depósito en un “Punto Limpio” o en la tienda de material eléctrico, nunca en la
basura. En lo posible hay que evitar el uso de aspiradora sino ayudarse de
trapo o papel humedecido para recoger los trocitos más pequeños.
En el siguiente cálculo veremos la emisión de mercurio en la
producción de energía eléctrica evitada con el uso de la lámpara de bajo
consumo en vez de la de incandescencia (España):
100W * 8.000h = 800kWh = 2,4mg Hg (incandescencia)
23W * 8.000h =
184kWh = 0,55mg Hg (bajo consumo)
El resultado es una reducción de emisión de mercurio de
1,85mg, con un balance aún positivo de 0,15mg en caso de rotura y vertido al
ambiente del contenido de la lámpara, algo que evitar a toda costa. El ejemplo
está basado en España con una importante participación de energías renovables
en la producción de energía eléctrica. En países con mayor dependencia del
carbón en la generación de energía los resultados serían de 4,9mg o 3,2mg (en
caso de rotura) en Alemania y 7,1mg o 5,4mg (caso de rotura) en EEUU.
Conclusiones
Según los cálculos realizados en el anterior apartado la
alarma es infundada. Una intoxicación por rotura es altamente improbable,
habría que calentar los restos de la lámpara para evaporar totalmente todo
contenido en un recinto muy reducido para poder inhalar una cantidad que
escasamente podría considerarse tóxica, en todo caso para el feto no nacido o
niño en pleno desarrollo por su mayor vulnerabilidad ante este elemento. Las
cantidades expelidos son en realidad muy inferiores, en caso de rotura en frío
supuestamente por debajo del 10%, incluso en caso de rotura en caliente se
supone menos del 60%.
Además sería una intoxicación puntual y reversible al tener
el mercurio una permanencia media de 40 a 50 días en el organismo, la
bioacumulación solo tiene lugar al ingerir o inhalar más mercurio que el cuerpo
expele en el mismo tiempo. Reducir o prescindir del consumo de pescado y
mariscos durante 4 a 6 semanas, ante todo de los pescados antes señalados,
compensaría la supuesta intoxicación.
Tecnologías más recientes emplean amalgamas (aleación de
mercurio con otros metales) en vez del elemento en estado líquido, lo que
disminuye aún más la liberación de Hg en caso de accidente y facilita su
recuperación en el proceso de reciclado.
El empleo de tubos fluorescentes compactos y lámparas de
bajo consumo reduce, como hemos visto, la emisión de mercurio por la generación
de energía eléctrica, algo que nos concierne a todos.
Hay que hacer especial hincapié en evitar romper estas
lámparas, manejarlas con cuidado y NUNCA tirarlas a la basura sino llevarlas al
“punto verde” o al vendedor/distribuidor quien se encarga y está obligado a
recogerlas, almacenarlas y entregarlas a su proveedor/fabricante para someterlas
al reciclado, así de evitar que niños los manipulen y alejarlos en caso de
rotura.
No me atrevo a recomendar, por no disponer de documentación
al respecto, de desconfiar de productos “baratos” adquiridos en bazares etc.,
sino confiar solo en los de las grandes marcas que publican sus datos técnicos
y, supuestamente, fomentan y participan en investigación y desarrollo de mejoras
tecnológicas, ambientales y sanitarias.
Con todo lo expuesto no quiero ni de lejos minimizar los
peligros del “vil metal” mercurio, es un asunto muy serio en nuestro entorno,
sino aclarar algunos mitos y malentendidos relacionados con él. Solo con la
emisión no antropogénica, o sea natural, tenemos ya bastante.
Fuentes y referencias:
Con mi ayudante "Helferlein" no he podido contar en la elaboración de este artículo, ni en el recabado de datos y documentación por haberse escapado. Hoy me llegó una foto suya ¡Me va a oír en cuanto vuelva!
La reproducción y distribución de este artículo se permite, es más, se agradece, pero no para fines lucrativos, indicando siempre autor y fuente.