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viernes, 21 de junio de 2013

¿Nos hace enfermar la luz artificial?





"Richard" Reinhard Klitzing, Técnico de Mantenimiento




Cuando unos primates bajaron de los árboles, se pusieron unos pantalones y descubrieron que mediante el fuego pudieron manipular su entorno casi a su antojo, cocinando con el los alimentos para facilitar la ingestión y aprovechando su luz para alargar el día, nació el hombre.


Un espectacular video “time lapse” editado por el realizador Michael König para la NASA a partir de fotografías hechas desde la Estación Espacial Internacional muestra a parte de auroras boreales y relámpagos como Homo Sapiens ha logrado transformar la tierra introduciendo el día en la noche:



Earth from Michael König on Vimeo.

Ya se sabe que el ciclo circadiano, del latín circa = alrededor y diez = día, está influenciado en gran parte por la luz que recibimos. La epífisis o glándula pineal segrega entre otras la hormona melatonina, responsable entre otros de los ciclos de sueño y vigía. Esta glándula, llamada por algunos “tercer ojo” por tener en algunas especies animales como reptiles, anfibios y peces, células fotorreceptoras, que sin embargo han desaparecido en los mamíferos y por ende en el humano, está conectada con la retina de los ojos a través de las vías neurovisuales desde donde recibe sus estímulos. Además se ha descubierto que la epífisis es estimulada ante todo por la componente azul de la luz.

La melatonina, sintetizada a partir del neurotransmisor serotonina, varía en concentración en el organismo a lo largo del día. Su mayor nivel alcanza por la noche, disminuyendo por la madrugada hasta llegar a su menor nivel sobre el mediodía o poco después. Su principal función parece ser la de regular el ritmo sueño – vigía. En medicina se usa de forma sintética para inducir el sueño en personas mayores, con menor segregación de esta hormona, y para combatir el jet lag. Además se sabe que es un potente antioxidante teniendo cierta función inhibidora del crecimiento de células cancerosas. Algunos la consideran una solución para ralentizar el envejecimiento, a la vez que su exceso podría ser cancerígeno. Según conocimientos actuales un desequilibrio de melatonina podría producir insomnio, somnolencia, puede producir o acentuar la depresión, incide en el envejecimiento y en el sistema inmunológico y puede influir en el cáncer de mama y de próstata.


Otras molestias provenientes de la iluminación artificial en forma de dolores de cabeza y fatiga son causadas por el efecto estroboscópico de las lámparas fluorescentes.


Un quinto fotorrecptor en el ojo?

Neuroscientíficos del Jefferson Medical College en Philadelphia, EEUU, realizaron estudios cuyos resultados sugieren un quinto receptor fotosensible en la retina además de los bastones, responsables de la vista nocturna, o sea sensibilidad claro – oscuro, y de los 3 tipos de bastones (rojo, verde, azul). Los bastones tienen su punto de máxima sensibilidad en unos 420nm (azul), 530nm (verde) y 560nm (rojo). En los experimentos sometieron a 70 individuos sanos de 25 años a exposiciones de luz monocromática de diferente longitud de onda, después de un tiempo con los ojos tapados y después de medianoche cuando los niveles de melatonina en el organismo son máximas. Las muestras de sangre extraídas antes y después de cada exposición mostraron en los análisis una clara disminución de melatonina después de una irradiación con luz con longitud de onda comprendida entre 446nm y 477nm, o sea de color azul.

Este nuevo tipo de cono o fotorreceptor estaría influenciando directamente sobre la glándula pineal.

El artículo completo:

A continuación un gráfico muy esquematizado, las curvas blancas representan las de los conos y la roja es la curva de máxima supresión de producción de melatonina:




  Luz artificial y cáncer de mama

Ya en 1987 Phd Richard G. Stevens, investigador en University of Connecticut Health Center, al observar un aumento de tasas de cáncer de mama en los países más industrializados y desarrollados, y descartando razones étnicas, sugirió que la causa podría estar en el uso de luz artificial para convertir la noche en día, más acusado en países desarrollados que en los subdesarrollados. Más indicios encontró al analizar en la Escuela Superior de Medicina de Harvard fichas médicas de enfermeras, había almacenadas unas 120.000, encontrando mayor incidencia de cáncer de mama en aquellas que trabajaban en turnos de noche estando expuestas en mayor medida a la luz artificial y los resultados de análisis de sangre presentando menor nivel de melatonina y otro mayor de estrógenos que en sus colegas de hábitos laborales exclusivamente diurnos.


(en alemán)

En 2007 la International Agency for Research on Cancer de la OMS publicó un documento titulado Shift Work alertando del aumento de riesgos de desarrollar cáncer bajo condiciones LAN (Light at Night):


¿Qué luz artificial sería la más dañina?

Para mayor comprensión remito al artículo de este blog “Bombilla and cómpany” donde se expone la composición espectral de diferentes fuentes lumínicas.

La iluminación artificial tradicional usada por el ser humano después de bajar del árbol y descubrir el fuego para tal fin, era éste, el fuego en forma de hoguera, teas y antorchas impregnadas en resinas y breas naturales, luego velas de cera y candiles de aceites de distinta procedencia. En épocas antiguas el aceite de oliva virgen extra tenía en ocasiones más uso en iluminación que en la cocina, que derroche! Todas estas formas de “lámparas” tienen en común dos aspectos:

a.              Su bajo rendimiento luminoso. La inmensa mayor parte de su energía se irradia en forma de calor.

b.              Su baja temperatura de luz, por debajo de los 1.800K como es el caso de la vela.

La emisión lumínica se basa en la incandescencia de partículas no quemadas (hollín) de la llama. Sus principales riesgos para la salud son, aparte del evidente riesgo de incendio, las emisiones de gases nocivos resultado de la combustión incompleta del combustible empleado (Monóxido de carbono, hidrocarburos aromáticos etc.), mientras los arriba mencionados peligros no existen apenas por la escasa componente azul del espectro emitido y el bajo flujo luminoso.

El rendimiento lumínico y el aumento de la temperatura de luz mejoraban algo con la introducción de la “chimenea”, tubo de cristal, en las lámparas de aceite (quinqué) y la invención de la “camisa” para la lámpara de gas, pero no era suficiente para convertir la noche en día.

Con el desarrollo de la lámpara incandescente (bombilla) y su derivado más reciente, la lámpara incandescente halógena, cambiaba la cosa. La temperatura de color subió hasta los 3.500K en el caso de las halógenas y la facilidad del transporte de energía por corriente eléctrica, la fabricación relativamente económica y de equipos de bastante alta potencia de tamaño relativamente reducido unido a la consecución del aumento de rendimiento luminoso, hasta 25lm/W en lámparas halógenas, permitían al “día conquistar la noche”. Mayor temperatura de luz equivale a mayor presencia de componente azul en el espectro y en consecuencia al aumento de los riesgos arriba comentados.

Con la introducción de las lámparas de descarga, cuyo principio de funcionamiento era conocido unos 100 años antes de la invención de la bombilla incandescente pero su empleo a gran escala empezó en los años ’30 del siglo pasado, mejoraba (o empeoraba?) el panorama. Mayor rendimiento lumínico a igual gasto energético permite iluminar hasta el último rincón de nuestro entorno. A partir de ahora la luz y claridad nos acompañan las 24h del día. Una particularidad muy importante de estas fuentes luminosas es que algunas, las más usadas en iluminación interior, emiten amplios rangos de luz azul en su espectro. Lámparas de descarga de vapor de mercurio a baja presión, que son los tubos fluorescentes y tubos fluorescentes compactos, y las de mercurio a alta presión producen luz ante todo ultravioleta que se transforma en luz blanca mediante materiales luminiscentes y fluorescentes. Estos materiales nos permiten la consecución de luz “fría”, parecida a la del sol al mediodía y con aún  mayor componente azul.

Para mayor colmo había proyectos de reflejar la luz solar mediante enormes espejos ubicados en una órbita terrestre, los proyectos de la Agencia Espacial Federal Rusa znamya 2, znamya 2,5 y znamya 3. Znamya 2 se lanzó en 1991 y oficialmente estaba destinado a la investigación de “velas solares”. Znamya 2,5 se lanzó en 1999 para experimentar con el reenvío de luz solar a puntos concretos de la tierra, pero fracasó y Znamya 3 no llegó a realizarse.


Lo último en el desarrollo de fuentes luminosas es la tecnología LED (Light Emitting Diode). Fue posible gracias al desarrollo del LED azul y ultravioleta. LED blancos no existen realmente, su emisión es siempre monocromática. Para conseguir luz blanca hay dos procedimientos básicos. Uno consiste en mezclar diferentes colores procedentes de diferentes LED montados dentro del mismo encapsulados o módulo, como azul con amarillo, o los tres colores básicos rojo, verde, azul. Otro procedimiento es el mismo que se emplea en las lámparas fluorescentes, empleando un solo tipo de LED azul o ultravioleta y revistiendo el encapsulado con un producto luminiscente que convierte esta radiación en otra de distintos tonos según los materiales empleados.

Las más importantes fuentes de luz con mayor contenido del componente azul en el espectro son los tubos fluorescentes lineales y los compactos (lámparas de bajo consumo), las de vapor de mercurio de alta presión y las de descarga de halogenuros metálicos, más los de tecnología LED. A mayor temperatura de color mayor porcentaje de emisiones azules. Se considera que una fuente de luz de tonos fríos da sensación de limpieza, seriedad y actividad, mientras una luz cálida invita a recogimiento y tranquilidad. Se consideraban aspectos psicológicos. Ahora sabemos también que pueden ser causados por mayor o menor segregación de melatonina en el organismo.


“Higiene lumínica”

Aunque las teorías y estudios arriba expuestos a falta de ser afirmadas y reafirmadas no son concluyentes aún no deben de estar desestimadas fácilmente. Las pruebas aportadas hasta ahora en sí justificarían cultivar una cierta “higiene lumínica” o “higiene de iluminación” que por otro lado no nos haría ningún daño.

Esta higiene consistiría en primer lugar aprovecharse de la luz natural, suplementando en caso necesario con luz artificial de 5.000 a 5.500K, o incluso mayor (un valor comercial es el de 6.500K “blanco frío , cool daylight”) durante el día para interrumpir la segregación de melatonina. Esta luz debería sustituirse por la tarde por otra más cálida y atenuada a medida que avanza la tarde/noche para permitir al organismo comenzar a producir la mencionada hormona. En el hogar no es difícil de realizar la implementación de varios ambientes lumínicos. Salas de estar y dormitorios deben estar dotados con fuentes de luz cálida que al sustituir las lámparas incandescentes ya prohibidas por las fluorescentes compactas o de bajo consumo deben de tener un valor de 2.700K y como mucho 3.000K y, mejor, que puedan ser regulados en intensidad (dimmados). Otra solución actualmente son las lámparas halógenas que son regulables con “dimmer” económicos con la ventaja añadida de reducir considerablemente su componente azul al ser reguladas a baja intensidad.

Lo mismo vale para luminarias auxiliares como flexos etc para los estudios, lectura y trabajos, equipados los de uso diurno con lámparas de tonos fríos para aumentar el rendimiento y evitar el cansancio y los usados por la tarde/noche con las de tonos cálidos.
La tecnología LED nos ofrece posibilidades de regulación, aunque nada económicos. Los fabricantes ofrecen lámparas y módulos regulables tanto en intensidad como en temperatura de color con un adecuado sistema de gestión de luz, pudiendo adaptar ésta a cada necesidad. Los rangos de regulación pueden ser entre 2.700K para la noche a 6.500K para la mañana y el mediodía.

Otras fuentes de luz, aunque no formen parte de la iluminación, con importante componente azul son las pantallas de ordenador y de televisión cuya temperatura de luz puede llegar a más de 8.000K hasta 10.000K! se considera que con este valor se obtiene mayor nitidez, definición y reproducción de colores. Y el mayor problema de esta fuente es que la miramos de lleno! Conviene entonces, al caer la tarde, reducir en el monitor o tv la componente azul (consultar el manual del aparato) y el brillo. Mejor sería de todas formas reducir el consumo de esta tecnología al máximo por la noche, banearla del dormitorio y no quedarse dormido delante del televisor.

Con una vida laboral diurna no habría mayores problemas de cuidar esta “higiene de iluminación”, pero la cosa cambia en el caso de personas con trabajos de turno de noche. El trabajo se debe desarrollar en condiciones de luz parecidas a las de la diurna para lograr óptimo rendimiento, concentración y evitar el cansancio, y reducir el nivel de melatonina en el organismo porqué al parecer la no-interrupción de su segregación puede llegar a causar depresiones y otras reacciones (véase “depresión de invierno” en los países nórdicos). Pero al acabar su jornada, o mejor dicho velada laboral, deberían buscar evitar la exposición a esta luz, procurando relajarse y descansar en un lugar de suave luz cálida sin entrada de luz desde el exterior, provocando así la segregación de melatonina para inducir el sueño, evitando a toda costa el consumo de televisión u ordenador antes de dormir.

Menor influencia tenemos a modo de particular en la iluminación de las vías públicas y del exterior de edificios así como escaparates etc. De todas formas, la principal iluminación de las vías públicas se efectúa con lámparas de vapor de sodio de baja o de alta presión, ambas de color de luz amarillento siendo la última algo más blanquecina que la primera, pero careciendo de componente azul. Más preocupante sería la aún existente iluminación con lámparas de vapor de mercurio y el cada vez más extendido uso de lámparas de descarga de halogenuros metálicos en plazas, jardines, parques y avenidas, no diferenciándose estos lugares por la noche del aspecto que tienen durante el día. Preocupante puede ser la iluminación de zonas de ocio, escaparates y anuncios publicitarios donde prevalecen lámparas fluorescentes y de descarga de tonos fríos, de 4.000K a 6.500K, y últimamente también tecnología LED.

Para evitar las molestias causadas por el efecto estroboscópico de las lámparas fluorescentes se recomienda el uso de balastos (reactancias) electrónicas que trabajan a una frecuencia mucho mayor que la de la red, aparte de que algunas son regulables en intensidad.

Se recuerda que las lámparas fluorescentes y de descarga de halogenuros metálicos en el mercado están codificadas indicando entre otros la potencia, el índice de reproducción cromática (IRC) y la temperatura de color.

Ejemplo: xxx 18W 965, donde xxx es el tipo, 18W la potencia, 9 el  IRC mayor de 90 y 65 la temperatura de color 6.500K.

xxx 26W 827, 26W, IRC entre 80 y 90, Temperatura 2.700K.

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